Muerto en la Guerra Civil

Extraído del libro: “República, Guerra Civil y represión en Abla (Almería), 1931-1945”, escrito por Francisco Manuel López López.

Alfredo Márquez de Gea, de 65 años de edad, casado, era el secretario del ayuntamiento de Abla, desde hacía bastante tiempo. Hombre próximo a la derecha, fue detenido por el primer comité de Abla el 25 de Julio de 1936, quien tras interrogarlo decidió que permaneciera en su domicilio en calidad de detenido en consideración a su edad y su estado de salud. En la tarde noche del día 31 de agosto, se presentaron en el pueblo unos milicianos malagueños pertenecientes al grupo anarquista de “Los Panchos” con una orden escrita del Comité Central de Almería, de detención de Alfredo Marques de Gea y del párroco de Fiñana que a la sazón se hallaba refugiado en Abla. Estos milicianos conminaron al comité de Abla para que procediera al cumplimiento de la orden. El presidente del comité de Abla, José Medina Moya “Pepe el Bizco” acompañado de uno de los milicianos forasteros, se presentó a primeras horas de la noche en el domicilio del secretario para hacer efectiva su detención.

En la casa de Alfredo Márquez, además de su familia, se encontraba el medico Adolfo Martínez Sicilia, que trató de impedir la detención del secretario alegando que padecía anemia cerebral, padecimiento que se había agudizado en los últimos días. De nada sirvieron los intentos del médico y el secretario fue trasladado a la plaza e introducido en un coche junto con el coadjutor de la parroquia de Fiñana, Miguel Rodríguez Pastor, partiendo hacia el citado pueblo junto con los milicianos forasteros en dos vehículos.

Al llegar a Fiñana donde permanecieron por espacio de poco más de una hora, Jerónimo Alarcón Morales, jefe de las milicias de dicha población, y después presidente del comité se impuso a los milicianos que iban en los vehículos y consiguió sacar del coche al cura Miguel Rodríguez Pastor, gracias a lo cual posiblemente le salvara la vida.

No tuvo tanta suerte Alfredo Márquez de Gea, quien continuaría viaje con los milicianos que procedieron a darle muerte pocos kilómetros después, junto al cementerio de Hueneja (Granada).