Joaquín Álvarez Domènech, un secretario de la Diputación con dos jubilaciones

Todo funcionario veterano sueña con el día de su jubilación, pero pocos han tenido el privilegio (o la desgracia) de tener más de una jubilación.

En los últimos años de la República, el secretario de la Comisaría Delegada, antes Diputación, era Joaquín Álvarez Domènech, un individuo nada entusiasta de la causa republicana (“el señor Álvarez fue declarado desafecto al régimen marxista en agosto de mil novecientos treinta y seis”).

La fecha es significativa: unas dos semanas antes, el tristemente famoso 18 de julio de 1936, se había producido el levantamiento fascista que dio inicio a la Guerra Civil (1936-1939).

Sin duda, Álvarez tuvo que pronunciarse, y la Generalitat, probablemente para evitarle males mayores o tal vez para quitárselo de encima, lo jubila.

Intuimos que Álvarez no se plegó de brazos y durante el conflicto se significó, porque en el año 39, una vez “liberada esta ciudad”, se apresuraba a solicitar el reingreso en el puesto de secretario del Consejo Provincial, la Diputación recién restaurada. Lo hace de una manera muy curiosa: solicitando un mes de baja por motivos de salud, que se sumaría a los dos que ya había sucedido.

Cuando comentábamos que Álvarez se debió de significar, no lo decíamos porque sí. El informe que se pidió sobre él evidenció “consideraciones muy dignas de ser tenidas en cuenta”, en opinión, por supuesto, de las nuevas autoridades del régimen franquista. Pero a Joaquín Álvarez la edad y/o los rigores de una revolución y de tres años de guerra no le habían probado nada bien, y se podía temer que encadenara los meses de baja, uno tras otro, como de hecho ya encadenaba.

Así, la resolución de las autoridades provinciales consistió en nadar y guardar la ropa: una readmisión retroactiva en suspenso que abría el camino a una segunda jubilación, “admitiéndole nuevamente al servicio activo de su cargo con efectos al día de la liberación de esta ciudad y que habiendo disfrutado hasta la fecha dos meses de licencia, se le conceda una prórroga por un mes más por haber justificado la continuidad de su enfermedad […]. Terminado este plazo, si no está en condiciones físicas para desempeñar el cargo, se procederá a su jubilación, todo ello sin perjuicio de la correspondiente depuración que debe sufrir como funcionario”.

Y que no resulta difícil presuponer que superó sin ningún problema.
AGDT, Actas, 1939, sesión de 3-04-1939, p. 28-29.

Extraído del Butlletí Cultural Informatiu de l’Arxiu General de la Diputació de Tarragona. Num 24, de Julio de 2020