Francesc Lliset, Jurista, Funcionario brillante

Catalunya no es país de funcionarios ni de opositores. Sin embargo hemos tenido y tenemos dos estirpes de grandes juristas. Una de derecho privado constituida por los notarios, otra de derecho público con los secretarios de administración local. De los notarios catalanes se ha hablado mucho, de los secretarios, apenas.

Sin embargo, debemos mucho a la generación de secretarios municipales de Lliset. Ciertamente se trata de una generación excepcional, puesto que ha dado juristas de una gran talla como Romà Miró, Ramón Massaguer, Jaume Sánchez Isac, Luis Chacón o José María Esquerda. El caso es que se trata de una generación que protagonizó de una manera discreta y sumamente eficaz la transición política. En efecto, a estos secretarios les debemos que los ayuntamientos democráticos no fuesen sólo ilusión y empuje, sino, sobre todo, administraciones encajadas en un Estado de derecho. En muchas ocasiones les vi acompañar a los jóvenes políticos de 1979 educándolos en el respeto a las leyes, en la acción jurídica como acción justa, en el fair play democrático.

Pero fue también esa generación de funcionarios competentes y probos la que nutrió el primer gobierno autonómico, la que contribuyó decisivamente a construir la nueva administración catalana desde valores jurídicos, prestándole su profesionalidad, su objetividad, su sentido de estado, canalizando delicadamente el impulso político. Algún día este país deberá reconocer el mérito histórico de esta generación de administrativistas.

Francesc Lliset fue profesor universitario brillante, abogado certero, autor prolífico de una doctrina orientada a la sencillez y comprensibilidad del derecho público catalán. Pero, sobre todo, fue secretario, funcionario y jurista. Un magnífico funcionario, un jurista flexible, creativo y brillante que transitaba por el lado luminoso del derecho.

Se ha muerto un maestro y una buena persona.

Escrito por: Eduard Paricio, magistrado