Fermín Sardina del Rio, secretario jubilado del ayuntamiento de Brañosera

Fermín Sardina del Rio, nacido en Brañosera, el 5 de enero de 1933. En su pueblo estudió lo básico, aunque sus padres decidieron que era mejor enviarlo a la capital. «Ésta era una tierra muy dura. Así que los que tenían unos animales y podían ahorrar algo mandaban a sus hijos a estudiar fuera».

Llegó al colegio Maristas y como era buen estudiante «estuve los primeros cuatro años becado», recuerda. «Pero luego conocí el fútbol, y más tarde las chicas y…»,

Con 19 años jugaba en el Palencia. Su nivel era tal «que llegaron a decir a mi padre que no se preocupara si no sacaba los estudios que con lo del fútbol podía hacer carrera».

Finalizado el Bachiller se trasladó a Valladolid, para sacar una oposición para el Servicio Nacional del Trigo, como jefe de almacén. «Al llegar me llamó el Valladolid para que fuera a jugar al filial El Europa Delicias. Pero lo que me daban no era suficiente para pagar la pensión y mi padre me dijo que no soltaba un real más para que yo jugara al fútbol, y lo dejé», reconoce con pena.

Posteriormente comencé otra etapa. En el año 1954, me incorporé a filas, para cumplir el servicio militar en el Regimiento Valencia nº 23 de Santander. Cumplido el servicio militar, regresé a Brañosera y mi padre me colocó en el Economato de Minas de Barruelo donde a lo largo de 15 años estuvo encargado de su economato.

En 1.975, salió una ley, por la que cualquier vecino que tuviese estudios a nivel de Bachiller Superior, podía ocupar la plaza de secretario, al no estar cubierta. Me presenté y me aceptaron como secretario interino. Estando desempeñando el cargo, se convocaron oposiciones para ocupar la plaza, en propiedad. Me presenté y en la primera convocatoria, me suspendieron, pero en la segunda aprobé. Todas las tardes, bajaba a Palencia para prepararme con D. Antonio Nieto, asistiendo más compañeros como yo. Estuve ejerciendo en Brañosera 23 años como Secretario Titular, hasta mi jubilación.

Mis compañeros de profesión extrañaban que estuviese de secretario, en mi propio pueblo. Sí tuve otras oportunidades. Más de un alcalde me dijo sí quería ir a su Ayuntamiento. Siempre estuve orgulloso de estar, en mi pueblo y asesorar a los alcaldes, con el corazón en la mano. El Ayuntamiento así me lo reconoció, con una buena despedida y anunciando en los periódicos, que aún conservo mi buen comportamiento.

Me jubilé en 1.997. Terminaré mi vida en Brañosera donde me incorporarán en el panteón familiar. En la actualidad vivo, entre Madrid y Brañosera. Seis meses en cada lugar

De entre los problemas con los que se tuvo que enfrentar como secretario no encuentra ninguno lo suficientemente importante como para señalar. «Agua siempre ha habido, electricidad también… la nieve, quizá también. Claro que es un problema y que nieva mucho. Bueno, problemas si hemos tenido a este respecto, por ejemplo en Salcedillo, pero tienen que ir a menos», comenta este hombre, que desde que se jubiló se dedica a disfrutar y estar ocupado «porque si no nos embarga el mal genio». Echa todos los días su partida de subastado, cuida de una pequeña huerta y de sus animales y aunque le duele tener que hacerlo, cuando llega el invierno tiene que abandonar su pueblo. Las operaciones que ha sufrido, así lo aconsejan. Eso sí, en cuanto pasa el mal tiempo regresa a la zona norte con el mismo ánimo e ímpetu que la primavera y el verano.