El último pleno del Secretario general del Pleno de Madrid, Paulino Martín Hernández

Ayer 27 de septiembre de 2006 hubo pleno en el ayuntamiento de Madrid. Para Paulino Martin Hernández, secretario general del ayuntamiento fue un día especial, fue su último pleno.

La sesión se inició a las diez horas y cinco minutos y finalizó a las dieciséis horas.

Antes de finalizar el Pleno Paulino Martín se dirigió a los presentes.

Esta fue su intervención:

El Presidente: Bien, pues antes de finalizar el orden del día, a mí me gustaría pedirle a don Paulino Martín, Secretario General del Pleno, puesto que es hoy la última ocasión en que asiste en esta condición al Pleno del Ayuntamiento de Madrid, que hiciera uso de la palabra.

El Secretario General: Muchas gracias, señor alcalde.

Bueno, dada la hora que es, todos estamos deseando salir corriendo para descansar y solo les pido paciencia cinco minutos. Ya sé que los prejubilados o los jubilados son muy pesados, intentaré ser breve.

Hoy ha sido un día de coincidencia, coincidencia porque doña Trinidad se ha despedido. Es verdad que no se ha despedido por jubilarse sino que, dada su juventud, pasa a otros puestos de la Administración central, y yo aprovecho también para desearle muchos éxitos como han hecho todos los portavoces.

Otra coincidencia ha sido la del diario El Mundo —se lo comentaba al principio de la sesión al Vicealcalde—, porque ayer, cuando yo estaba en la peluquería para estar más presentable en esta despedida, tenía tres llamadas de teléfono y a través del móvil y desde un parque público hablé con una periodista de El Mundo —a la que no tengo el gusto de conocer y que si todavía estuviera entre los que ya no quedan representantes, pues le agradecería o le agradezco mucho su entrevista— y refleja lo que estuvimos charlando durante 20 minutos; por eso se lo agradezco. Pero la coincidencia es que la fotografía, por la posición en que estamos en el Pleno el señor vicealcalde y yo, el primer plano es para el vicealcalde y el vicealcalde todavía, que yo sepa, no se despide: el que se despide soy yo.

Y, en fin, doña Trinidad decía que para ella era un día especial y emocionante, para mí también es mucho más todavía un día especial y emocionante. Y por eso le he pedido al alcalde despedirme en este marco del Salón de Plenos, que es un marco evidentemente solemne, con este motivo de que va a ser con toda seguridad, salvo que hubiera una sesión plenaria extraordinaria, la última sesión como secretario general del Pleno.

Ya sé que hace algunos días para ustedes, para muchos de ustedes, era todavía una sorpresa el que yo me jubilase; me veían juvenil, pero yo les decía: «no, no, no es voluntariamente, es forzosamente, es una jubilación forzosa». Es verdad que el día 12 de octubre, el día del Pilar, cumplo nada menos que 70 años, y por eso hay que cumplir la legislación vigente y pasar a esa situación de jubilado, jubilado que algunos dicen que es júbilo pero, en fin, situación de jubilado al fin y al cabo.

Por ese motivo es por lo que quería despedirme de ustedes y pedirles cinco minutos de paciencia. Desde la atalaya de este momento…, el tiempo transcurrido en el Ayuntamiento a mí me parece muy corto y que ha pasado muy deprisa, seguramente a todos ustedes, cuando va pasando el tiempo, les va a ocurrir lo mismo. Pero la verdad es que llevo más de 46 años en el Ayuntamiento, 46 años es más de la edad de muchos de ustedes, y pienso en don Óscar Iglesias que hace pocos días el periódico decía que tenía 36 años, por lo tanto, muchos más años de los que él tiene.

Y han transcurrido, como les digo, más de 46 años desde aquel año 1960 en que yo entraba por esa escalera y me situaban en un despachito aquí, al lado, en una sección que entonces se llamaba —fíjense lo que ha cambiado el Ayuntamiento—, Sección de Actas, Cultura, Deportes y Festejos. Todo eso era una sola sección en la que había 14 o 15 personas, y nada más, y allí llevaban prensa, protocolo, llevaban toda esa serie de cosas. Entonces tenía 23 años; era un jovencito, más joven todavía que don Óscar Iglesias ahora. Después de un larguísimo periodo, estuve muy poco tiempo, cuatro años creo recordar en Cultura, en esa sección, y después —curiosamente además, yo creo que fue un castigo porque me mandaron a la Gerencia de Urbanismo, porque el jefe de personal me vio entrar muy tarde, a las nueve y algo en el Ayuntamiento, me llamó a su despacho y me mandó a la Gerencia Municipal de Urbanismo, que se estaba creando en aquellos momentos— en la Gerencia he estado nada menos que 32 años, es decir, en el urbanismo madrileño, pues yo creo que he sido el funcionario que más he estado en el urbanismo madrileño. Después de eso, el alcalde anterior, Álvarez del Manzano, después de una convocatoria pública me designó —como ustedes saben— secretario general del Ayuntamiento, y aquí he estado desde 1996, casi 10 años, y he conocido tres corporaciones: la que ya estaba constituida, la del 95, la del 99 y la del 2003 que preside el señor alcalde.

En estos 10 años como secretario, he estado sin faltar a ni uno sólo y aguantando todas estas horas que ustedes saben, nada menos que en 161 Plenos y en 308 sesiones de la antigua Comisión de Gobierno, es decir, una buena cantidad de sesiones de órganos municipales.

Y muy deprisa, porque no quiero señalar otra cosa que no serían tampoco logros, que más parecería autobombo o una alabanza personal, pero sí alguna cosa de las que querría recordar en este momento como resultado de las tareas de asesoramiento que estaban asignadas a la Secretaría General.

Ha sido un placer hacer esas publicaciones que hacíamos cada año en los estudios e informes de la Secretaria General y que, en algún momento, el alcalde presentó y fue él el que quiso presentarlo; una refundición, una selección de los informes hace no mucho tiempo, en el Patio de Cristales.

La verdad es que creo que han sido unas publicaciones que han servido como referencias, como ayuda, como guía a todos los servicios municipales y a muchos otros de otros ayuntamientos, por lo menos esa es la constancia que yo tengo. Por otra parte, ustedes saben también los cambios que se han producido en la reciente legislación de la Administración local y los cambios que se han producido también en las funciones de la Secretaría General, funciones que han hecho que lo que era el secretario general del Ayuntamiento de Madrid se haya quedado convertido, el alcalde alguna vez ha dicho «nada menos que en secretario del Pleno», pero es verdad que el secretario del Ayuntamiento es solo secretario general del Pleno.

Bueno, pues en estos últimos tiempos yo resaltaría algo que creo que les ha servido a todos ustedes, que ha sido, a partir de primero de año, si recuerdan, la implantación con una actuación importante, interesante de la Secretaria General de ese Diario de Sesiones que, gracias al magnífico —yo diría— equipo de estenotipistas, ustedes pueden contar en pocas horas con sus intervenciones, tanto en las comisiones previas al Pleno como las propias del Pleno.

Yo creo que ha sido una buena adquisición para el Ayuntamiento y desde luego que para ustedes les sirve, tanto para la actividad de gobierno como para la actividad de control, de una gran ayuda. Creo que han sido dos logros interesantes y que no voy a decir más de ellos.

Permítame, sin embargo, que presuma de algo que creo que en este momento es una realidad en el Ayuntamiento, presuma de una sola cosa: de haber conseguido que en este momento la Secretaría General cuente con una organización y con un magnífico equipo de funcionarios, funcionarios que me han ayudado en los últimos tiempos, sobre todo, de una manera extraordinaria; están extraordinariamente preparados, están extraordinariamente ilusionados y seguramente cuentan con potencialidades, yo diría, muy superiores a las que ahora realizan incluso, pero que van a ser, yo creo, que una ayuda inestimable para la persona que me vaya a suceder, que vaya a ocupar mi puesto. Seguramente le van a ayudar mucho y van a seguir manteniendo el mismo ritmo de trabajo, de preparación, de entusiasmo que ahora tienen.

Termino, señor alcalde, señoras y señores concejales. Creo que en mi primera sesión, la primera sesión plenaria en la que participé, hace ya, como les decía, 10 años, decía que en la Secretaría General como institución y en la que en ese momento asumía la titularidad serviría, como dice el artículo 103 de la Constitución, con objetividad los intereses generales.

Desde siempre, la verdad desde antes de ser secretario general, ese ha sido, ese servicio a los intereses generales ha sido mi propósito y mi objetivo. He procurado ser servidor de lo público en el sentido más significativo del término. Mi dedicación, casi diría mi vocación, ha sido el Ayuntamiento y sólo el Ayuntamiento, no he tenido ninguna otra actividad extramunicipal.

Ha sido evidentemente una actividad intensa, pero siempre, y ahora también, he pensado que valía la pena. Ojalá que haya sido como deseé cuando tomaba posesión ya hace 10 años, un buen secretario general del Ayuntamiento o del Pleno — si ustedes quieren— de Madrid.

Y no quiero dejar en este momento de agradecerles las amables, las cariñosas —casi diría yo, halagos— de estos días en las comisiones; porque todos los portavoces, los presidentes de comisiones se han dirigido a mí con un especial cariño. Por eso, quiero darles las gracias por esas palabras y por las que en estos días estoy oyendo continuamente.

Y termino. Tengo una referencia aquí. Decía Cicerón: «Nadie es tan viejo que no crea que puede vivir un año más». También se podían aplicar estas palabras al momento de la jubilación, pero el tiempo es implacable y la norma es implacable y el tiempo es imparable. Tengo que dejar la actividad municipal, dejo el Ayuntamiento pero me llevo un cargamento de satisfacciones que me servirán en la etapa que necesariamente habré de emprender y que asumo con salud, primero, y después, en paz y con buen ánimo. Permítanme, para terminar, desearles a todos ustedes que lleguen a mi edad con esa sensación del deber cumplido y también que tengan todos, los del Gobierno y la Oposición, los mayores éxitos, porque pienso que sus éxitos son beneficios para Madrid y para los madrileños. Muchas gracias a todos y por todo. (Fuertes aplausos de toda la corporación).

El Presidente: Muy brevemente, señoras y señores concejales, señor secretario general, me han pedido los portavoces que, en su representación de los tres grupos, le traslade nuestro más profundo agradecimiento por el trabajo realizado. La verdad es que, escuchando y viendo a nuestro secretario general, uno se cuestiona si la jubilación automática es o no una institución que no debería de estar modulada de acuerdo a determinadas circunstancias; porque ver una persona en la plenitud absoluta no solamente de su forma física, sino de toda su capacidad, enriquecida además por la experiencia de tantos años y tener que perder con dolor, como todos lo hacemos, esa compañía, ese asesoramiento y esa función pública, es algo que ciertamente nos duele.

Pero él lo decía y yo creo que todos lo pensamos con él, querido Paulino: cuando se va de un lugar con la convicción de que se ha realizado la labor debida, cuando se va sabiendo que los demás sabemos que hemos tenido al frente de la Secretaría General a un excelente profesional, a una persona que ha tenido la entrega absoluta en el que el simbolismo de su presencia, siempre permanente desde el principio hasta el final de todos los plenos, no es más que eso: es el símbolo o la muestra de lo que ha sido una labor que, como ⎯yo estoy convencido⎯ también decía Paulino, no es única y exclusivamente fruto de una obligación, del cumplimiento de las obligaciones profesionales, sino que va además sumada a una vocación, a una vocación de servicio público a través del Ayuntamiento y de servicio a los ciudadanos.

Y esa es yo creo que la reflexión última que queríamos ⎯y permíteme el tuteo en esta última parte de mi intervención, querido Paulino⎯ trasladarte en nombre de toda la Corporación y en nombre de todos los concejales: nuestro más profundo agradecimiento. Has servido al Ayuntamiento de Madrid demostrando cómo la función pública y los funcionarios públicos son sin duda el elemento vertebrador de una Administración y, por lo tanto, del funcionamiento ejecutivo de un Estado de derecho; y sirviendo al Ayuntamiento de Madrid, a quien ha servido es al pueblo de Madrid, a los madrileños.

Hoy la ciudad de Madrid, con sus representantes por unanimidad, te da las gracias y nos vas a permitir que levantemos este Pleno con un aplauso que será el aplauso a nuestro secretario general. Muchísimas gracias. Se levanta la sesión. (Aplausos de toda la corporación).