Bruno Blanco Castellano, secretario del ayuntamiento de Tardelcuende

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Fue secretario de Tardelcuende durante varios lustros, hombre afable, sencillo, conocedor de los problemas municipales, fácil a la sugestión extraña en beneficio de la colectividad y dueño de un criterio amplio, de una cultura y un don de gentes nada comunes.

En 1928 en plena apología de la localidad, la prensa se hacía eco de la gestión de este secretario, sus acertadas iniciativas y su plausible orientación ciudadana hizo posible la prosperidad y el embellecimiento realmente extraordinarios del lugar.

En su época la localidad llegó a contar con  servicios de agua, luz, alcantarillado, lavadero y matadero público, laboratorio municipal, grupos escolares magníficos, pavimentación, acerado modernos, abastecimiento de aguas, alcantarillado, asilo municipal, con dependencias para la Inspección de Sanidad y parque de incendios, se amplió y reformó un puente, se instaló la biblioteca municipal y se fomentó la riqueza forestal.

Los vecinos de Tardelcuende, lejos de pagar impuestos municipales, tenían gratis la luz, los servicios de médico, botica, barbería y las cédulas personales.