Rodriguez Mateo, Juan

Miembro de la Real Academia de Buenas Letras e Hijo Predilecto de Coria del Rio.

Nació el 31 de Diciembre de 1888 en Coria del Río (Sevilla).

Siete años antes Juan Ramón Jiménez había nacido en Moguer, otro poeta lírico cantor de Andalucía, al que Rodríguez Mateo siguió muy de cerca en la consecución de una poesía perfecta.

El medio familiar en que viene al mundo, su padre era un hombre dedicado a los negocios en los puertos fluviales, apartado de las más elementales sugestiones de la cultura, no permite prever una formación intelectual para quien tan bellas creaciones de la inteligencia había luego de regalarnos y así con su borriquillo iba a vender frutas a Sevilla; esto le permite calar muy hondo en el alma del pueblo y expresar sus íntimos anhelos, sus tristezas y sus alegrías, cantando al mismo tiempo el paisaje que baña el Guadalquivir. Cursa el niño sus estudios de Bachillerato, dando muestras de buen estudiante El 27 de Septiembre de 1907, con 20 años de edad, recibió el título de Bachiller Superior.

Rodríguez Mateo no fue un niño prodigioso: sólo cuando ya estaba entrado en mocedad, fue cuando el mismo se descubrió poeta. Sentía en su ser ese geniecillo que despierta al hombre para ser un «genio» en el campo de la Poesía. Aprendió a componer sus versos sintiendo en su alma y en su corazón esa espontaneidad musical propia que después llevaría como nadie supo hacerlo, al ritmo del verso andaluz. Su primer galardón literario lo alcanzó a los 21 años en unos Juegos Florales de Constantina. Así es como Rodríguez Mateo se inicia en la literatura como un auténtico juglar, cantor y recitador, pues en lugares públicos de Coria del Río, declamaba temas populares o bien composiciones surgidas de su pluma. A los 22 años de edad, le fue concedido por orden del Rey Alfonso XIII y en su nombre el ministro correspondiente de Enseñanza, la suficiencia en la Escuela Normal del Magisterio de Sevilla para ejercer como maestro de Primera Enseñanza.

Abandonó el Magisterio para entrar en la carrera Administrativa, llegando a ser en 1921 secretario de Primera Categoría de la Administración Local, en donde gozó de un sólido prestigio de competencia y probidad intachable hasta 1958, en que alcanzó la jubilación.

Se casó en primeras nupcias con Dª. Jacinta Quintero, mezclándose su alma de tristeza a la muerte de su esposa. Unió a Rodríguez Mateo una fuerte y entrañable amistad con los famosos hermanos, naturales de Utrera, Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, almas de la verdadera poseía andaluza. Ellos sostenían sus charlas y reuniones en el Ateneo, en los cafés sevillanos, o en la Sociedad Económica de Amigos del País. Mantuvo además Rodríguez Mateo correspondencia con los más afamados poetas y literatos de la época. Digna de mención es la carta que Luis Montoto, insigne poeta sevillano, remitió enjuiciando su libro «Poemas del Rocío». En la carta Montoto le comenta:

«Mi admirado poeta:… Mas de verdad le digo que su nuevo poema del Aljarafe me ha hechizado como el primero -quizás más- es una filigrana poética por la delicadeza de los sentimientos que lo inspiran y por lo galano de su expresión. Leyéndolo, la tradicional romería se nos entra en el corazón, nos envuelve el ambiente del Santuario, aspiramos el incienso del campo y del altar, y nos deslumbra el sol que refulge en la divina faz de la Santísima Virgen. Mi enhorabuena, que nada vale, y muchas gracias por el ejemplar con que me ha favorecido.»

De extraordinaria importancia e interés literario es la correspondencia de Rodríguez Mateo con Manuel Machado. Nuestro idílico poeta envió al ilustre sevillano su libro «Plegarias a la Virgen del Rocío» publicado en 1940, para que Manuel Machado hiciese un juicio crítico sobre su obra, que la encontró perfecta; y además de ensalzarlo y alabarlo, le ruega le tenga por «amigo y sincero admirador».A finales de 1934 conoció a María Cano de Haro, y tras cortas relaciones, en la primavera de 1935, contrajo segundas nupcias. María fue para él más que su esposa, lo fue todo: fue su inspiración, lo mismo que Beatriz para Dante o Zenobia para Juan Ramón Jiménez.

Fue también Rodríguez Mateo, según manifestación de su esposa, gran amigo y entusiasta del poeta granadino Federico García Lorca.

Una faceta interesante y para muchos desconocida en la vida del poeta fue su afición desmesurada por la arqueología. Gran amigo del insigne sevillano D. Juan Lafita, el cual durante algún tiempo fue director del Mueso Arqueológico de Sevilla, enviaba a dicho Museo restos interesantes aparecidos en Coria y pertenecientes a la época de los romanos y árabes.

De Coria marchó nuestro poeta a Sevilla, viviendo veintitrés años en la calle Otumba, trasladándose después a la calle Alvar Nuñez. Amante de la zona del Guadalquivir y de las Marismas, la conocía como nadie; todo esto era su vida. Su corazón era tierno… su espíritu el de un niño…Su pueblo natal, poníalo por encima de todo. ¡Cuantas veces había dicho: «En este pedazo de tierra de la ribera nací, y aquí quisiera morir!». Pero no fue así, pues, murió en Sevilla el 17 de Diciembre de 1962, pero sus restos descansan en el cementerio de Coria del Río, el pueblo que le vio nacer.

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Estudió magisterio, profesión que ejerció en una escuela privada en Coria del Río hasta que obtuvo la plaza de Secretario del Ayuntamiento en este mismo pueblo, cargo que desempeñó hasta su jubilación.

Profesor de Declamación en la Escuela de Arte Dramático y en la Sociedad Económica de Amigos del País; Presidente de la Sección de Literatura del Ateneo de Sevilla donde realizó una intensa labor y Académico Numerario y de Mérito de la real Academia de Buenas Letras de Sevilla de la que fue Secretario Perpetuo.

Su obra, aunque amplia y variada en cuanto a géneros y contenidos, se centra globalmente en lo que fuera la máxima preocupación de su vida: cantar el pueblo; quiso y consiguió plenamente ser poeta del pueblo y para el pueblo, y no por incapacidad para la creación culta o <<vanguardista>>, como lo demuestran muchos de sus textos publicados o ineditos, sino por una voluntad irrenunciable de escribir para todos, de acercar de algún modo al pueblo su propia cultura folklórica, de denuncia socio-cultural, junto a un fervoroso pero imparcial cariño por su tierra.

A su primera época, de carácter más social, pertenecen libros como <<Fábulas>>, su primera obra <<Campezinos>>, <<Romances del Rocío>>, <<Canciones de la Rivera>>, etc. Hacia 1932 comienza una etapa en la que ponen de manifiesto su devolución rociera con <<Plegarias>> y <<Alabanzas a la Virgen del Rocío>>.

Cumplidos ya los cincuenta años emprende caminos distintos en su quehacer literario, canta a la mujer en <<Madrigales a la mujer de España>>; ensaya el teatro con la comedia simbólica para niños <<la rosa, el clavel y el sol>> y, sobre todo, la divulgación y el estudio de los temas folklóricos y populares; producto de ello serían una gran cantidad de artículos publicados en diversas revistas y periódicos.

El Ayuntamiento de Coria le nombró Hijo Predilecto en 1.944 y con motivo de su jubilación editó prácticamente toda su obra en verso en un solo tomo con el titulo <<Espigas>>, Alejandro Collantes de Terán dijo de él que está entroncado en el romancero, en el clasicismo, en el vanguardismo tan en boga y en la corriente del verdadero andalucismo y Guillermo Diaz Plaja expresó que su poesía se alimenta de decires vivos en la tradición y si hay conceptismo en él se debe a la innata agudeza bética.