Pi Suñer, Josep Maria

Josep María Pi Suñer, Abogado (nació en la localidad argentina de San Nicolás de los Arroyos el 12 de julio de 1889 y falleció en Barcelona el 26.10.1984). Hijo de D. Francisco Pi y Suñer, médico, y de Dña. Julia Suñer y Quintana. Varias personas de su familia se han significado en la vida política y cultural de Cataluña. Fue nieto de D. Francisco Suñer Capdevila, ministro durante la I República, su padre fue elegido diputado en 1904. Por otra parte su primo Carles Pi Suñer, miembro de Izquierda republicana de Cataluña, ocupó diferentes cargos durante la II República.

Cuando contaba seis años de edad se trasladó a Cataluña, residiendo de forma alternativa en Barcelona y Roses (Gerona). En Barcelonas estudió el bachillerato y la carrera de Derecho, licenciándose con sobresaliente y premio extraordinario, obtenido el 19 de enero de 1912.

Al concluir sus estudios superó con las calificaciones de Sobresaliente y Matrícula de Honor las cuatro asignaturas de doctorado en el curso 1911 a 1912, en la Universidad Central (Madrid).

En marzo de 1931 participó en la fundación del grupo Acció Catalana. Desde este partido participó activamente en la elaboración y aprobación del primer Estatut de Cataluña, así como en la comisión de traspasos.

Fue nombrado secretario general del Ayuntamiento de Barcelona, durante la II Republica, cargo que ostentó hasta 1936.

Al estallar la guerra civil española facilitó pasaportes a sus amigos perseguidos de la zona republicana.

Un año más tarde, 1937, se exilió a París.

Depuración

El expediente se realiza en junio de 1939, precisamente mientras desempeña una misión en París que se califica como “especial”. En esta ciudad firma el cuestionario en el que manifiesta que presentó su adhesión al Movimiento nada más llegar a la Oficina que la España Nacional tenía en Perpiñán, el 27 de marzo de 1938. Había dejado Barcelona huyendo de los miembros del SIM que apresaron a su hermana que pasó dos meses en la cárcel clandestina de Vallmajor. Ante el Instructor prestarán declaración varios testigos que cuentan que practicó el llamado “Socorro blanco” y ayudó a muchos a abandonar España proporcionándoles documentación. Es rehabilitado el 17 de noviembre de 1939, reintegrándole el goce de sus derechos y sin imponerle sanción. Acredita esta circunstancia, junto con la depuración que le resulta en el expediente que se le abre en el Colegio de abogados, cuando solicita poco después en agosto de 1940 opositar a cátedra.

A su regreso del exilio, en 1940, las autoridades franquistas le depuraron y separaron del cargo del ayuntamiento. Sin embargo ganó la cátedra de Derecho Administrativo de la Universidad de Barcelona, iniciando de esta manera una larga etapa dedicada a la enseñanza, y como catedrático fue muy popular entre sus alumnos por su humor, carácter y anécdotas.

Desde el 17 de noviembre de 1944 fue Vicedecano de la Facultad de Derecho, y el 7 de abril de 1948 es nombrado Decano de la misma a propuesta del rectorado de la Universidad de Barcelona, dejaría el cargo de decano tras el cese que se produce el 10 de marzo de 1958.

En enero de 1930 y para premiar la obra realizada en el Ayuntamiento de Barcelona desde 1925 a 1930, se le concedió por el Gobierno la condecoración de Comendador de la Orden del Mérito civil. Otros reconocimientos que recibiría a lo largo de su vida fueron la Cruz Roja del Mérito militar, y en 1982 la Cruz de San Jordi.

Desde 1912 ejerció como abogado y como tal perteneció a los Colegios de Abogados de Barcelona, Madrid, y Huesca. Fue Decano del Colegio de abogados de Barcelona, Hay que destacar que ejerció esta profesión hasta los 87 años.

Miembro de la Academia de Legislación y Jurisprudencia de Barcelona

En 1951 fue uno de los fundadores del el Instituto de Estudios Norteamericanos con sede en Barcelona, que dirigió durante años para convertirse después en su Presidente de Honor.

Colaboró en numerosas revistas de derecho administrativo. A los 63 años de edad contrajo matrimonio con Josefina Pascual.

Anecdotario

El 13 de julio de 1984, a sus 95 años, contaba a una periodista de “El País “ esta anécdota sucedida el 6 de octubre de 1934, cuando él era secretario del Ayuntamiento de Barcelona. Uno de los soldados que asaltaron, bomba en mano, los despachos municipales había sido alumno suyo y, evidentemente, le reconoció. Así se lo hizo saber el joven con una mirada que parecía amenazante. Pi Suñer le preguntó qué nota le había puesto. «Un notable», respondió el soldado bajando el arma. «Respiré tranquilo», aseguró después, «y me juré a mí mismo que jamás suspendería a nadie. Un aprobado puede salvarle la vida a uno»