Juan Antonio López Torres, escritor

Abogado, funcionario de habilitación nacional y escritor.

Juan Antonio López Torres nació en Granada en 1957. Cursó sus estudios primarios en el colegio que los Salesianos tenían junto a los jardines del Triunfo. Más tarde pasó al colegio “Santo Tomás de Villanueva”, que dirigen los PP Agustinos Recoletos.

Estudió Derecho en la Universidad de Granada. Pero se le atravesó un catedrático y prefirió mudarse él a la UNED, antes de que fuera tarde, licenciándose en esta última, tras superar la única asignatura que le faltaba para terminar la carrera.

Hace treinta y cinco años, aprobó las oposiciones a Secretario de Ayuntamiento, ejerciendo, en la actualidad, como Secretario – Interventor en un pequeño pueblo de la provincia de Jaén, Villanueva de la Reina.

En 1991 obtuvo la compatibilidad para el ejercicio profesional de otra de sus pasiones: la abogacía.

A su padre le debe el autor el interés por la lectura.

La pasión por la lectura se transformó en pasión por la literatura. De ahí a la necesidad de escribir su propia obra, sólo había un paso.
Un paso que dio muy pronto. Con apenas catorce años, comenzó a escribir poesía.

Siguiendo los consejos que un día le diera Rafael Guillén (amigo de su padre), rompió todo lo que había escrito y comenzó de nuevo, perdiendo de vista aquellos poemas infantiles, para ir mutando, con un estilo muy suyo, hacia una temática basada en el desencuentro, el tiempo y la muerte.
Ninguno de los libros de aquella época ha sido publicado.

Todos perecieron a la implacable crítica del autor y su afán destructivo de su propia obra. Sólo dos han sobrevivido, más por olvido que por interés

Su primera novela, «La otra vida de Andrés Fajardo»; publicada en marzo de 2015 por Ruiz de Aloza Editores.

La misma editorial ha publicado, en septiembre de 2016, su segunda novela: Habemus Papam.

Con posterioridad, ha hecho incursiones en el relato breve. Concretamente, entre 2016 y 2017, ha publicado tres: Notas para una autopsia; En las calderas de Pedro Botero y El tiempo detenido.

Posteriormente ha publicado: Atardecer en verde (Biblioteca de Relatos cortos nº 14), y Un día (Biblioteca Relatos Cortos).

 

«La otra vida de Andrés Fajardo»

Andrés Fajardo es un hombre cansado. Cansado, no de la vida, sino de su vida y de la forma en la que está viviéndola. De ahí que el inicio de la obra trate de remarcar ese aspecto tedioso en el que, el protagonista, se siente sumido. Una noche sueña otra vida. Tal vez, la vida que desearía vivir. Tras el despertar, al que su mente acude siguiendo la brusca senda de los gritos de su esposa, llega al convencimiento de que es posible escapar de esa vida suya; de que puede inventarse otra vida —la que desee— aprendiendo a dominar el sueño; controlando sus sueños, la duración y lo que en ellos viva. Al fin y al cabo, siendo todos personajes imaginados por una mente cualquiera en su propio sueño, ¿por qué no podría él soñarse a sí mismo? Con este convencimiento, se aplicará a ello, soñando una nueva vida. Su otro yo le acompañará en este viaje onírico, hasta que, de tanto soñarse, pierda la noción de la realidad soñada, confundiendo la vida real, que no ha dejado de transcurrir y de manifestarse durante sus propios sueños. Concluirá su camino mezclando realidad y sueño, hasta un momento en el que el lector (si lo hubiere), deberá decidir si Andrés Fajardo muere a una vieja vida o nace a una nueva.

«Habemus Papam»

En esta obra, el autor se centra en una idea: las Iglesias; la oficial y la que podría ser. Naturalmente, la que podría ser, desde su punto de vista…
Con mucha retranca y algo de humor, partiendo de un conclave extraño, en el que el Espíritu Santo manifiesta su opinión que, naturalmente, no es tenida en cuenta; de la mano de un cardenal dimisionario, un párroco de pueblo, una monja que ha colgado los hábitos, un homosexual creyente y un matrimonio comprometido, va planteando el conflicto: la vida vivida y la conciencia por vivir.

Mediante el diálogo de los personajes, se va poniendo de manifiesto su forma de ser, su manera de entender la existencia. La propia fe de cada uno.
Más teatral que descriptiva, basada en el diálogo, más que en la narración, el autor nos presenta el choque entre dos mundos: el de quien vive instalado en la altura deshumanizada y el que vive en la humana realidad.

No se trata de un libro sobre la Iglesia –ni sobre la que es, ni la que debiera ser, cosa, por demás, absolutamente personal-, nos encontramos ante el conflicto personal de un hombre que quiere dejar de ser cardenal para convertirse en cura y, por ello, en ser humano. De paso, quiere transformar la Iglesia.
¡Pobre… eso no lo hace ni Dios!