Fusilados en la guerra civil
Fosa: Calzada de Oropesa (Toledo)
Fuente: Informe arqueológico de la exhumación
Autor: René Pacheco Vila
Según el testimonio narrado por Lucio “el caminero”, en el paraje Zorreras del término municipal de Calzada de Oropesa fueron fusilados y enterrados siete vecinos de Las Ventas de San Julián, asesinados el 25 de noviembre de 1936. Sus nombres eran Jaime Cortés Montilla, Alberto García Simón, Manuel Gutiérrez Castaño, Antonio Gutiérrez Castaño, Francisco Herreruela Arroyo, Germán Saro García y Lorenzo Polo Hernández.
Seis de las siete víctimas allí enterradas eran jornaleros que se encontraban en su lugar de trabajo cuando fueron arrestados. No queda constancia de esta detención en los archivos, por lo que no puede afirmarse que todas estas personas fueran arrestadas en el mismo momento, aunque todo apunta a que así fue. Permanecerían varios días en los calabozos de la cárcel de Calzada de Oropesa, en la que recibieron la visita de sus familias.
En las actas de defunción, fechadas el 26 de febrero de 1943, se especifica lo siguiente: “Muerte violenta por accidente de guerra”. Es destacable, en este sentido, que la palabra “violenta” se encuentra tachada en el documento original, aunque se desconoce el momento en que esta acción se produjo. A pesar de ello, y lo que se deriva de toda esa información, es que realmente las seis personas que aparecen en esas actas de defunción asesinadas el mismo día son las 6 personas que permanecían enterradas en la finca Zorreras de Calzada de Oropesa.
La séptima víctima, no obstante, no era jornalero como las otras, sino que se trataría del secretario municipal de Torralba de Oropesa y de Las Ventas de San Julián. Conocemos su nombre y sus apellidos, Jaime Cortés Montilla, pero no su edad ni otra información que tenga que ver con su localidad natal o de residencia. Firmó varios documentos junto al juez municipal antes del inicio de la guerra; lo que llama la atención es que, en un momento determinado, esta persona es substituida por otro secretario, desconociendo el paradero o la suerte que Jaime Cortés pudo correr. Son solo los testimonios de los vecinos los que permitieron finalmente conocer el desenlace de esta historia, que no es otro que la muerte, junto a los otros seis jornaleros, del secretario.